Felipe Hernández Ramos – Director Clínico y Académico de I.N.C.A
Bueno, hace treinta años, cuando empecé mi consulta en el barrio de Dumboa en la ciudad de Irún, yo “estaba en pañales”, como tantos profesionales, en lo que luego llegaría a ser una realidad incuestionable, que el ecosistema intestinal es uno de los pilares fundamentales de la salud.
Sin embargo, sí tenía el conocimiento y la formación sobre la eficacia de las técnicas de detoxificación e higiene intestinal, dado que en las terapias higienistas desde hace ya más de un siglo se le concede un claro protagonismo.
En esos primeros años utilizaba mis conocimientos de botánica clínica y bromatología para dirigir a los pacientes a un modo de vida saludable. Ya temprano comprobé que muchos de ellos presentaban “fiebre interna” a nivel digestivo, como consecuencia de un estreñimiento crónico y pertinaz, y cómo al regular el tránsito “inexplicablemente” mejoraban otros problemas de salud aparentemente inconexos, como las capacidades cognitivas y la memoria, en los más mayores, o el ánimo en jóvenes que lo habían perdido.
Según pasaba el tiempo fui estructurando una metodología de trabajo que se fundamentaba en tres pilares: mejorar el metabolismo hepático, regular el ecosistema intestinal y aliviar los emuntorios de la carga de tóxicos y toxinas.
Fue unos 7 años más tarde que escuché en un congreso en Madrid al Dr. Claude Lagarde disertar sobre el estrés oxidativo y los oligoelementos. Su presentación marcó un antes y un después en mi forma de trabajar y comencé con lo que se pudiera definir como una visión más científica de la terapia higienista.
Cuando todavía los productos de Nutergia no estaban en España, el vivir junto a la frontera me permitió comenzar a usarlos aún antes de que llegaran y para cuando la Nutrición Celular Activa
(N.C.A.) “desembarcó” en nuestro país yo llevaba ya un tiempo trabajando con ella. Mi relación con la N.C.A. fue creciendo y mis resultados positivos al aplicar su estrategia también, que, por cierto, siempre ha sido muy coincidente con mi manera de entender la salud y la enfermedad.
Pronto comencé a utilizar un prebiótico llamado FIBRACOLON y un probiótico llamado ERGYPHILUS. Entonces no se hablaba mucho de prebióticos y probióticos como ahora, pero
Nutergia tenía el convencimiento, tal como yo lo tenía, de que en el concepto de la Detoxificación, el intestino siempre fue y será un eje central.
En aquellos tiempos, hace ya más de 20 años, viajé por la península con el mensaje de la NCA, y aunque ahora todos los laboratorios presentan sus probióticos de “ultima generación”, puedo
decir que con Nutergia fuimos pioneros en prebióticos y probióticos, permitiéndonos adquirir una experiencia clínica en toda Europa, con miles de profesionales, que ha hecho que el nombre
ERGYPHILUS ahora sea una amplia familia, ya consagrada, de fórmulas probióticas especializadas por objetivos clínicos.
Esta pregunta trae a mi memoria a la segunda persona que más ha influido en mi trabajo profesional, el Dr. Jean Seignalet, catedrático de la Universidad de Montpellier y uno de los inmunólogos, expertos en Histocompatibilidad, más prestigiosos de las últimas décadas.
Estudié con esmero su teoría sobre cómo la alimentación moderna, el ecosistema intestinal y la gestión del estrés son las claves para recuperar la salud perdida y, definitivamente, encajaron, de manera muy convincente, las piezas que faltaban en mi forma de trabajar.
Coincido con él en que no hay factor que influya más en el ecosistema intestinal que lo que comemos y cómo nos sentimos anímicamente. También coincido en que en una primera fase de tratamiento es necesario corrección alimentaria y prebióticos que “limpien” y “abonen” o reparen, para, en una segunda fase, “sembrar” con probióticos bien seleccionados.
Cuando imparto formación insisto mucho en “limpiar” el terreno, antes de “sembrar”. Una vez que logramos con una corrección alimentaria y el uso de prebióticos (que, por cierto, Nutergia también cuenta con una buena gama de prebióticos) mejorar el Terreno Biológico, podemos utilizar los probióticos con mayor eficacia.
Desde hace 10 años trabajo habitualmente con estudios avanzados de laboratorio de la microbiota intestinal del paciente para determinar el tipo de disbiosis que padece, y eso me ha permitido comprobar la eficacia de nuestros probióticos.
Entiendo… lo expresaré tal como está en mi mente cuando estoy trabajando. Mi esquema es este:
Para mí los probióticos son una herramienta muy útil de consulta, pero también lo son los prebióticos, los oligoelementos, los hongos medicinales. Es decir, el probiótico debe formar parte de una estrategia de trabajo.
No creo en el concepto de tener una interminable gama de probióticos “por patologías”. Eso es una visión reduccionista, diría que hasta simplista. Me parece que tiene más sentido fisiológico tener probióticos con objetivos más amplios.
En los probióticos hay unas máximas que respetar para que funcionen: primero que tengan una óptima implantación, segundo que su cinética de crecimiento sea también rápida (la revivificación cuando llegan a mucosa) y tercero, replicando las condiciones gastrointestinales en el laboratorio, que muestren eficacia en la inhibición de las bacterias y hongos que son diana.
Todo laboratorio debería presentar pruebas de que un probiótico cumple con estos requisitos. Pero insisto, más que dejarnos llevar por rimbombantes alegaciones sobre un probiótico, fijémonos en el tiempo y la experiencia del laboratorio al respecto, si presenta estudios de laboratorios independientes que demuestren dicha eficacia y, sobre todo, que quienes los usan, tras muchos años, sigan satisfechos con su capacidad para regular el extraordinario ecosistema bacteriano humano.
Muchas gracias por contarnos tu experiencia
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